Friday, December 12, 2008

Quantum of Solace [Marc Forster, 2008]

Quantum of Solace.png

Nuestra devoción por James Bond no es de ahora.

License to Kill es una de las primeras películas que recordamos vívidamente haber visto en el cine. Teníamos 7 años, y ese es uno de los veranos más memorables que podamos recordar: nuestra primera película de Bond, la inescapable Batimanía [¿se acuerdan de los álbumes de postalistas en fundita negra con el batilogo?] y la esperadísima Batman de Tim Burton, Indiana Jones y la Última Cruzada y Los Cazafantasmas II.

La impresión que me dejaron Bond y Timothy Dalton todavía las recuerdo como ese primer día en el Cine Triple del Malecón. Mientras los otros carajitos deliraban con Batman, yo no me podía sacar de la cabeza al espía buscando venganza por la muerte de su amigo.

Ahora, casi 20 años después, el Bond que más se parece a Dalton también regresa buscando venganza.

Debatiendo con un amigo sobre quién era el mejor Bond, me decía que [como casi todo en la vida], el mejor es el que primero se conoce. En mi caso tenía razón, para mí Timothy Dalton era Bond hasta que años más tarde ví a Sean Connery en From Russia With Love, el arquetipo al que siempre consideré debían aspirar todas las películas de la serie y nunca llegaban. Eso hasta que apareció Casino Royale.

Aunque son reconocidas por seguir ciertos patrones -locaciones exóticas, gadgets, un héroe que nunca se despeina y mujeres bellas que aparecen y desaparecen con la misma facilidad que con la que el héroe se las lleva a la cama- las películas de Bond siempre han carecido de una identidad visual y temática que las destaque, ya sea vistas individualmente o la saga completa en conjunto. Eso generalmente sucede en los casos en los que los directores actúan como simples funcionarios de encargo bajo las órdenes de un férreo productor, en este caso Albert "Cubby" Broccoli en un principio, y ahora su heredera Barbara Broccoli. Como Hitchcock cuando llegó a Estados Unidos a trabajar con Selznick, aquí el productor es el que tiene no la última, sino la única palabra.

Cuando Quentin Tarantino se ofreció públicamente a darle un giro a la saga de Bond [luego de su entrega más nefasta en Die Another Die] haciendo un remake de Casino Royale fiel a la novela de Ian Fleming, el recién despedido Pierce Brosnan se burlaba diciendo que Barbara Broccoli jamás otorgaría a Tarantino todo el poder que éste demandaría sobre la producción, pero sobre todo, que no permitiría cambiar el modelo de Bond que su padre había dejado establecido.

Pero sucedió.

Como la misma Broccoli ha admitido, luego de llegar al extremo de tener a Bond manejando un auto invisible, la única forma de seguir con el personaje era regresándolo a sus principios, lejos de la ineludible imagen campy que le había dejado las películas protagonizadas por Roger Moore y que Mike Myers se dió gusto parodiando en sus Austin Powers.

Para logralo, Broccoli buscó a Martin Campbell, el único director reciente de la saga que, como Terrence Young en From Russia With Love y Thunderball, sin ser gran cosa como director, había ido más allá de hacer simplemente "otra" película de Bond y le había imprimido un sello especial. Si bien Campbell logró con éxito en Goldeneye introducir a Pierce Brosnan como el nuevo Bond post-cortina de hierro a toda una nueva generación, nada nos tenía preparados para lo que lograría con Casino Royale.

En Casino Royale no se trataba de hacer otro rutinario show de acción, sino lograr que [como le llamara M en Goldeneye] un "dinosaurio misógino, una reliquia de la Guerra Fría" pudiera competir en una era en la que las peleas no se ganan con gadgets ni carisma irresistible, sino mano a mano en el campo de batalla. Una era en la que Jason Bourne se le adelanta y demuestra que el que gana no es el más fuerte, sino el más informado. El Bond de Daniel Craig es tan rudo, tan irascible y tosco como Timothy Dalton en License to Kill, sin atisbo del desparpajo sarcástico y hasta algo afeminado de Roger Moore, pero con el encanto de Sean Connery.

Aquel cambio fue bienvenido por todos, menos por los fanáticos más conservadores que decían que este simplemente no era Bond. Se convirtió en la más taquillera de toda la serie y en una de las películas con mejor respaldo de la crítica en el 2006. El resultado fue una cinta que llegaría a llamar casi extraordinaria en forma y fondo, que trasciende su saga y su género para convertirse en obra de referencia del cine de acción contemporáneo. Acción trepidante, pero con propósito y consecuencias, con personajes que nos importan, enfrentándose a situaciones en las que creemos que lo que está en juego verdaderamente importa.

Quantum of Solace quedó con el camino preparado para convertirse en el The Empire Strikes Back del A New Hope que representó Casino Royale - la secuela que expande sobre los temas dejados por la primera, superándolos incluso, pero algo salió terriblemente mal.

Contratar a un director como Marc Forster que ha demostrado su mediocridad como realizador en todo lo que ha hecho, y que encima no tiene idea de cómo dirigir ni editar cohesivamente la más elemental de las escenas de acción, fue el primer error. Un guión que reprobaría hasta el más sencillo curso de Screenwriting 101 es el segundo.

El tercero sería que afincando a Bond en un "mundo más real" en el que no tienen lugar las fantasías de un megalómano obseso por el oro como Auric Goldfinger, o un villano que puede hasta romper un auto a mordidas como Jaws de The Spy Who Loved Me, lo han despojado de su valor agregado y lo han convertido en un héroe acción más del montón. Bond ya no es punta de lanza, sino un simple imitador de Jason Bourne, que ha olvidado [o todavía no ha aprendido] a reírse de sí mismo.

Los stakes en esta ocasión son menos trascendentales que nunca. Una diabólica organización comandada por el villano más aburrido y menos temible [Mathieu Amalric de Le Scaphandre et Le Papillon, más parecido que nunca a Roman Polanski] que se puedan imaginar desea dejar a un país sin agua... ¿Qué emoción puede provocarse en un espectador ansioso de acción y adrenalina cuando lo que está en juego es de tan poco interés? Habrá funcionado en Chinatown , ¿pero en una película de Bond?

Los realizadores indudablemente pensaron que nuestra conexión como audiencia con lo sucedido en Casino Royale sería suficiente para elevar una aventura tan blasé. Como se asume que lo único que calmará el dolor que Bond esconde tras su fachada ruda es encontrar a los responsables detrás de la traición que lo dejó herido, los escritores han martillado a la fuerza una historia de venganza paralela tan mal desarrollada, mal actuada por la bellísima Olga Kurylenko y poco interesante com el resto. Es como si ni siquiera estaban interesados en crear una película individual, o incluso una continuación natural de su predecesora, sino una especie de epílogo extendido mientras llega la parte interesante.

Las elecciones visuales de Forster y su deseo de transmitir su "sensibilidad arthouse" a un blockbuster, como esa de transportar a un Bond internamente desolado al desierto más árido del mundo, son tan obvias y risibles como sus caóticas escenas de acción que pretenden homenajear a Hitchcock con su cross-cutting, dando resultados contrarios a los esperados.

Aunque se nos promete que QUANTUM, la organización a la que ya no pueden llamar SPECTRE como en el pasado por problemas legales, hará cosas temibles, y que Bond y el mundo se enfrentarán a cosas más terribles que nunca, tendremos que esperar a la próxima entrega para eso, este Bond está muy ocupado curando su dolor y teniendo conversaciones importantes.

Los dirigentes de QUANTUM, a diferencia de los de SPECTRE en las entregas de Sean Connery y Roger Moore, no parecen archivillanos con cicatrices en la cara y con gatos albinos como mascotas, ni se reúnen en una guarida secreta dentro de un volcán. Los villanos de esta era son los CEO de grandes corporaciones que coluden a plena luz pública durante una representación de Tosca de Puccini, planeando cómo controlarán al mundo durante una reunión de junta directiva como cualquier otra. El resultado es la mejor escena de toda la película, el único momento verdadero inspirado en 105 minutos de metraje.

Bond Gun Barrel.png

Mientras tanto, tenemos que conformarnos con un Bond anémico, aburrido con todo y con todos, que esperamos al menos comience a descubrir su sentido del humor en su inevitable próxima aventura. Porque como tradicionalmente dice al final de los créditos, JAMES BOND WILL RETURN, pero esperamos que regrese ya como el hombre que debe ser, no en los retazos de en el que se convertirá.


Night at the Opera - David Arnold


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8 comments:

Anonymous said...

El mejor review que he leído hasta ahora y me encanto esa reseña de las anteriores.

La clase sobre el productor me hizo entender mas sobre la saga.

Y tengo un dolor parecido sobre Quantum of Solace, aun estoy tratando de quitarme el mal sabor de la boca.

OrSan said...

Complaciendo la solicitud del compañero Guido rompo mi costumbre de no comentar en blogs para decir lo siguiente:

Es sin duda alguna uno de los mejores, sino el mejor, review que ha publicado Guido, parece que el viaje le esta sentando bien.

También vale destacar que no hay una sola mentirilla; tal vez el hecho de que Marc Forster en realidad no es malo; pero aquí pareció un idiota con una cámara.

Felicidades hermano, siga ahí, yo seguiré impulsando mi blog, cayéndole atrás para algún día estar a la par.

Guido said...

Gracias, Oscar, pero Marc Forster es un H-A-C-K con todas sus letras. Cuando no es con sentimentalismo barato como Finding Neverland o The Kite Runner [que desperdicio de oportunidad], es con "heavy dramas" manipuladores como Monsters Ball. La única película suya que considero un poco más de aceptable es Stranger Than Fiction, y eso es más por el guión que por su dirección.

Ahora acabo de enterarme que Barbara Broccoli le rogó a Martin Campbell que regresara, pero dijo que no estaba interesado. Ahora va y hace una docena de Vertical Limits y regresa a Bond dentro de otros 10 años.

BUDOKAN said...

Sin ser un fan de esta saga, vamos a tratar de darle una mirada a esta película que comentas. Saludos!

JLO said...

Nunca me pude tragar la personalidad de Bond: engreido, sectarista, fanfarron, demasiado british para mi etc etc...

cuando me contaron la caracteristica del 1º Bond de Craig tmb dije: eso no es Bond!... y no lo es... si, es un Bourne disfrazado... y dijiste q el mejor es el primero ja...

por supuesto q estaba en la vereda de Batman en ese entonces, ese si es un personaje con clase y mucha mas personalidad... y tiene mas dinero ja...

tengo nuevo post master... esto si es autopromoción!...

POP LIFE

Cuando el arte ataque

OrSan said...

Sigo diciendo que estas un poco drástico aún teniedo tus toques de razón. De todas formas "Stranger than fiction" es la única peli que tengo del señor Forster. Y es OrSan no Oscar.

Ocaluí said...

Una decepción, realmente... la vi dos veces tratando de encontrar el encanto de su precuela. No pude hacerlo.

Como mencionas, es solo un prolongado intermedio cargado de una espectectacularidad tan vertiginosa como innecesaria para una proxima entrega que talvez ofrece mas.

Craig, sin embargo, sigue presentando en mi opinión al mejor Bond de todos, o al menos al más complejo logrando reunir elementos de todos sus predescesores en una mezcla q funciona bien.

Es cuanto, porque me canse de escribir. Hasta la vuelta, tio.

Ocaluí said...

PD: Q significara "espectectacularidad"?

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