El cine, como medio eminentemente visual, es uno de los grandes beneficiados de los avances de la tecnología.
Tanto así que fue la novedad traída por la tecnología en forma de gimmicks como Cinerama o Sensurround lo que incentivó al gran público a regresar al cine luego de la aparición de la televisión.
Ahora - con amenazas todavía mayores como el DVD, internet, los videojuegos, pero sobre todo la piratería - la industria tendrá que buscar nuevamente formas de atraer a la gente de vuelta a salas de cine cada vez más caras y llenas de celulares sonando y niños llorando. De continuar así, el acto social de asistir al cine desaparecerá por completo.
Robert Zemeckis, director de la presente, es uno de esos directores como James Cameron o Steven Spielberg que se ha distinguido por ser un visionario que ha sabido utilizar la tecnología para impulsar el género – Who Framed Roger Rabbit?, Back to the Future, y sobre todo Forrest Gump, que independientemente de lo que se piense de ella, es uno de los contados ejemplos en los que el CGI es primordial para contar su historia y es utilizado de manera casi imperceptible.
Ahora su nuevo truco es utilizar Motion Capture, la técnica en la que pone a sus actores en unos trajes cubiertos de esferas que capturan sus movimientos y envía la información a una computadora que crea un rendering muy cercano a lo real.
Según Zemeckis, esta tecnología acompañada de la proyección en 3D es el futuro del cine y la mejor manera de demostrar al público que en ningún otro lugar que no sea una sala de cine puede recrearse la experiencia de ver una película.
Al igual que en su esfuerzo anterior The Polar Express, los resultados no son del todo exitosos.
De una película a otra, es innegable que la tecnología ha avanzado, pero por muy minucioso que sea el detalle de la piel y las expresiones de los personajes, la mayoría siguen pareciendo figuras de plástico, zombies con ojos sin vida y movimientos acartonados. Al ojo humano se le puede engañar presentándole robots y naves computarizadas, pero cuando se trata de rasgos humanos, la tarea es casi imposible.
Beowulf está basada en el milenario relato del guerrero medieval que liberó a una comunidad de la amenaza de una extraña criatura llamada Grendel.
La vigencia eterna de este relato se debe a que sus temas son tan universales e inherentes a la figura humana, que, salvando los aspectos sobrenaturales, encajan en cualquier época – la enorme responsabilidad que posee el líder de una nación, cómo la ambición desmedida puede destruir a un hombre y la forma en que errores pasados vuelven a cobrar deudas pendientes.
Beowulf es otro personaje Fausteano que vendió su voluntad por el poder y que bien podría ser George W. Bush o Tony Blair.
Uno de los elementos que más se destacan de la película son las escenas de batalla, que a pesar de lo visualmente ambiciosas que son, al igual que los personajes, carecen de vida y no ofrecen mucho de innovación al género de fantasía. No hay nada aquí que no se haya visto en las tres entregas de The Lord of the Rings.
Mucho se ha hablado de la escena donde Beowulf se enfrenta a la madre de Grendel, quien toma forma humana como Angelina Jolie y ésta aparece casi desnuda y cubierta apenas por una capa de oro.
En una película llena de personajes sin vida y de ojos muertos, es en esta escena donde por primera vez Zemeckis llega casi a convencernos de que estamos frente a personajes de carne y hueso y no simples figuras de cera animadas. Lástima que ese momento sea tan breve.
Lo que no se puede negar es que si el objetivo de Zemeckis era impresionar utilizando la tecnología al máximo, lo logra con creces.
A pesar de sus problemas, ver esta película en IMAX 3D es espectacular. Es la mejor utilización del 3D que he visto y el intrincado trabajo de animación es pasmante en una pantalla de 17 metros de alto. Es una experiencia que todo amante del cine debería vivir alguna vez.
Pero quitando toda esa parafernalia visual, lo que queda no es mucho. En una industria como Hollywood, es admirable que Zemeckis decidiera construir su tecnología alrededor una historia que valiera la pena contar y no lo contrario como sucede generalmente, pero viendo el resultado final es como si no lo hubiera hecho. Es un director más enamorado de la tecnología y lo que puede mostrar con ella que de su historia.
En Santo Domingo no se va a presentar en 3D, así que sin ese factor no es mucho lo que se puede recomendar.
Si este es el verdadero futuro del cine, mejor paso.