Este es el verano de las terceras partes.
Las tres primeras que hemos visto han sido decepciones terribles: Spider-Man 3, Shrek the Third y Pirates of the Caribbean at World's End. Si me ponen a elegir cuál es peor, no sabría cuál escoger.
La presente estoy seguro que es la mejor de todas las terceras partes que han habido y de las que faltan.
Volviendo a al mundo de Danny Ocean, soy de los pocos que no cree que hubo una disminución en calidad de la primera a la segunda entrega. La segunda incluso me gusta más.
La razón de esto es su director, Steven Soderbergh, quien es un maestro visual absoluto. Hasta en sus películas consideradas flojas [no por mí] como The Good German, su manera de construir visualmente una película es destacable. Es de los pocos directores que está conciente que el cine es un medio elementalmente visual.
No sólo dirige, sino que él mismo es el director de fotografía de todas sus películas y también opera la cámara principal.
Para la segunda película tomó la decisión de ubicar la historia en Europa y darle un toque distintivamente europeo que no se veía en el cine americano desde hace mucho. En mi opinión, ese estilo desenfadado tanto argumental como visual le quedó como guante a este tipo de cine de ladrones con clase.
Inspirado totalmente por el French New Wave, por momentos parecía que estuviéramos frente a una película hecha en Francia en los 60. Lamentablemente, ni al público ni a los críticos parece que les agradó mucho.
En esta ocasión, Soderbergh y su equipo dejan esas ideas experimentales de lado, y se van por lo seguro, utilizando la fórmula que funcionó tan bien en la primera.
Como ya conocemos a todos los personajes, no hay que perder tiempo con introducciones y vamos directo a la acción - Reuben [Elliot Gould], el mentor de Danny [George Clooney] y Rusty [Brad Pitt] y miembro de la pandilla original de los 11, es engañado por Willy Bank [Al Pacino], dejándolo postrado luego de sufrir un ataque al corazón producto de la traición.
Ahora el objetivo del grupo es vengar a Reuben arruinando a Willie Bank en la inauguración de su nuevo hotel, haciendo que todos los apostadores de la noche de apertura ganen lo más posible. Para lograrlo iran desde provocar un terremoto, truquear los dados a usarse ese noche infiltrándose en la factoría mexicana que los fabrica, hasta llegar al extremo de pedir ayuda a su enemigo Terry Benedict [Andy Garcia], también rival de Willie Bank.
Al igual que en las anteriores, lo que mejor funciona en esta película, aparte de la química entre todos los actores, es observar la forma en que es urdido y puesto en marcha el plan, siempre con la dosis de humor correcta. No nos aburrimos porque estamos ansiosos por saber cuál es el próximo paso y ver si el anterior funcionó. Muchos dirán que es repetitivo, que no hay nada nuevo que ofrecer o que es una excusa para hacer más dinero, pero el asunto es que todavía funciona.
Todos los miembros del grupo original de los 11 están de vuelta. Julia Roberts y Catherine Zeta-Jones quedaron fuera y en su lugar se reúne la famosa pareja de Sea of Love - Al Pacino y Ellen Barkin. Este es un tipo de rol para el que Pacino no necesita esforzarse mucho, y lo hace de forma correcta, pero es una pena que una actriz tan talentosa y poco empleada como Ellen Barkin quede relegada a un segundo plano y su personaje sea sólo una excusa para que uno de los aspectos del plan dé resultado.
Los actores, incluyendo a Pacino, se notan tan cómodos y naturales en sus roles, que por momentos uno se pregunta si están actuando o siendo ellos mismos. Algunas escenas de intercambios entre Brad Pitt y George Clooney en particular parecen intercambios entre Brad Pitt y George Clooney y no entre Danny y Rusty.
Soderbergh vuelve a hacer uso de los toques retro que tan bien funcionaron en las películas anteriores, tanto en los créditos, la musicalización y efectos como la pantalla divida o la escena donde se muestra encima de cada jugador lo que acaba de ganar.
Aunque dure un poco más de dos horas, la película tiene un ritmo increíble que nos impide mirar el reloj ni de reojo.
Si nos ponemos a analizar la trama, seguramente nos demos cuenta que parece un colador lleno de hoyos argumentales, pero, ¿a quién le importa?
Esta es la clase de cine al que se va a pasar un buen rato y a disfrutar sin pensar demasiado.