Saturday, October 31, 2009

Drag Me To Hell [Sam Raimi, 2009]

Drag me to Hell
Choke on it, you old bitch!
Más que Arrástrame al Infierno, este regreso triunfal y avasallante de Sam Raimi al género que lo vio nacer bien podría llamarse Arrástrame a mis Orígenes.
Sorpresas tan agradables como Drag Me To Hell no se dan tanto como quisiéramos, por lo que cuando aparece una tan categórica, que nos sacude y reafirma nuestra creencia firme en el cine de género, hay que celebrarla, disfrutarla, y sobre todo ejercitar nuestros ojos y mentes cinéfilas y ver lo que un autor como Raimi -porque Drag Me to Hell es sin duda alguna cine de autor- esconde debajo de lo chocante y estrambótico.
Salvando las distancias, el nombre de Raimi se asocia tanto a un tipo particular de cine de terror como el de Mario Bava, Jacques Torneur o Dario Argento. El cine de terror de Raimi, cuya trilogía de The Evil Dead es la mejor representación de su estilo, es un cine hecho  desde la sensatez, de la lucidez que sólo provocan la locura y el desenfado más puro.
Porque Raimi entiende perfectamente que la distancia que separa al grito de horror de la carcajada es ínfima, y saber jugar con ese recurso fue lo que convirtió a la trilogía de marras en objeto de culto absoluto para los frikis, y lo que seguramente convertirá a la presente en un clásico del género dentro de muy poco.
Drag me to Goat
You tricked me, you black-hearted whoooooore! You b-i-i-i-i-i-i-i-itch!
Como dijera el propio Jacques Torneur una vez, todo está en el tono. En la superficie, Raimi desea que su audiencia grite con agrado, no con terror, pero el subtexto sugiere algo más profundo y oscuro. Christine es víctima de una maldición gitana, en tres días un demonio la visitará para llevársela al infierno, pero cuál demonio es peor, ¿el que viene a reclamarla o el que está dentro de ella misma?
A diferencia de las películas de terror que contaminan las salas de cine desde hace unos años, prácticamente indistinguibles una de otra, Raimi adopta uno de los recursos de Torneur de películas como Night of the Demon [de la que toma prestada la idea de una maldición de tres días que sólo se anularía regresando un regalo no solicitado] y Cat People: en lugar de que el espanto, el fantasma, el asesino en serie ataque a un colectivo, aquí se concentra en un sólo personaje, y la historia se convierte en un decadente viaje unipersonal en que este personaje se dedica a luchar contra  lo ineludible. Todo el peso de la historia y la inevitabilidad del mal que se acerca recae en una sóla persona, haciendo este recorrido incluso más agobiante.
Sam Raimi toca cada nota con la precisión y la imaginación de un veterano, y en cada momento nos deja notar claramente que disfrutó hacer lo que vemos en pantalla tanto como nosotros. Cada sobresalto cuenta, y mantiene el nivel de tensión firme hasta el fatídico desenlace.
El placer de torturar a sus actores es ya de leyenda, si no que le pregunten a su “muso” Bruce Campbell, pero aquí lo lleva al paroxismo. Como hizo Kubrick con la pobre Shelley Duvall en The Shining, el objetivo de Raimi era mantener a su protagonista Alison Lohman en el  borde del mismo abismo en el que se encontraba Christine, así que aquí no tuvo reparos en lanzarla por los aires o bañarla de líquido para embalsamar cadáveres.
A pesar de que el personaje atraviesa por momentos delirantes que más bien recuerdan al personaje de Wile E. Coyote en las caricaturas de El Coyote y El Correcaminos, la angustia que transmite Lohman es real, y los momentos de seriedad cuentan tanto como los no tan serios [¡el poster del gato en su habitación, “Hang in there baby”!].
El peor demonio al que Christine se enfrenta está dentro de sí: su inseguridad, sus problemas de peso, su baja autoestima y su sentimiento de culpa. Christine se encuentra en un predicamento similar al de Catherine Deneuve en Repulsion o al del propio Roman Polanski en Le Locataire, ambas dirigidas por él mismo. Las circunstancias externas son sólo catalizadores para que salga lo que ya existe dentro y hacer que el personaje se horrorice de sus propios complejos más que del demonio que se acerca, sólo que a diferencia de la seriedad de Polanski, Raimi lo hace con una sonrisa cínica.
Como si fuera poco, Christine se pasa las dos terceras partes de esta historia luchando incansablemente por conseguir cosas: un ascenso laboral, el respeto de los padres de su novio, olvidar un pasado del que se avergüenza, controlar la forma en la que los que la rodean la ven [su peso], y finalmente, la salvación de su alma, fracasando una y otra vez a pesar de sus esfuerzos. ¿Acaso hay algo más terrorífico que eso?
Drag Me To Hell 1
Yu shamed meeh!

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2 comments:

Nehemoth said...

Definitivamente no tuve la oportunidad de ver esta pelicula segun tus ojos, la verdad es que me la encontre muy mediocre.
A excepcion de la musica y con ella la forma de ser usada, no me gusto otra cosa. Los elementos no fueron sino todo un cliche, tal vez el problema este en el mismo genero de por si.
Hay cosas de este tipo de peliculas que definitivamente no me gustan, dentro de la ficcion me gusta sentirme como si estas cosas pudiera en verdad pasar y simplemente esta no lo logro ni remotamente.
Nueva vez insisto en la música porque de verdad llama la atención desde que comienza, y el bien usado elemento sorpresa de los sonidos.

Es bueno verte escribiendo regularmente otra vez.

Guido said...

El uso de los clichés, lo chocante, lo exagerado, el mostrate algo absolutamente disparatado que nunca va a suceder es precisamente uno de los objetivos de Sam Raimi ;)

Gracias!

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