1. Recuerdo que luego de ver Marie Antoinette, le comentaba a alguien que la sensación que más asocio con el cine de Sofia Coppola es ese indescriptible estado de bienestar, casi de trance hipnótico-catatónico que alcanzas al quedarte dormitando con los audífonos puestos mientras escuchas una canción que te gusta. ¿Así o más claro?
2. En Somewhere, Sofia Coppola muestra una vez más la burbuja del privilegio, el ennui visto desde la perspectiva de alguien que parece conocer por experiencia propia ese mundo. Coppola captura las contradicciones de las vidas pública y privada, y como una forma/distorsiona a la otra. Antes era Versalles, aquí es el mítico Chateau Marmont, otro lugar que también funge como refugio donde todos los placeres se cumplen, acorazado del mundo exterior.
3. Coppola logra convertir momentos aparentemente carentes de relevancia en ventanas claras a la esencia de sus personajes. Más madura y segura de lo que está haciendo que nunca, admiro su determinación de permitir que momentos fluyan por el tiempo que deben fluir, y no sentirse obligada a cumplir con patrones de ritmo a los que estamos acostumbrados. Dejar que una toma se extienda por 2 minutos en lugar de 30 segundos le permite jugar con algo valiosísimo que directores como Hou Hsiao-hsien conocen de sobra: el poder que otorga a la imagen la acumulación de detalle y tiempo. El ejemplo mejor es la escena del patinaje. Somos partícipes de cómo un padre que prácticamente no sabe nada de su propia hija logra conocerla en dos minutos. El efecto de esta y otras tomas [como en la que hacen el patrón de latex de la cabeza de Johnny para hacer una máscara] claramente es calmar nuestros sentidos, calmar ese impulso ya natural de buscar un significado específico a cada cosa que la narrativa tradicional ha impuesto en nosotros como espectadores.
4. En términos generales –y como bien lo resumen las tres imagenes leitmotif-escas que pongo arriba– las películas anteriores de Coppola han tratado de retratar el aburrimiento y la soledad en el contexto del privilegio económico y la alienación social, pero aquí hay algo fresco. Si en ocasiones anteriores el estancamiento de sus personajes era algo simbólico, aquí su protagonista se encuentra literalmente dando vueltas sin rumbo, preso en una rutina de gratificación instantánea que, valga la redundancia, ya ni le gratifica. A Johnny Marco ya le aburre de la misma forma que dos strippers bailen sólo para él, que recibir un premio o asistir a una conferencia de prensa. La elocuencia visual de Coppola es tal, que en la tradición de autores a los que claramente emula como el mismo Hou Hsiao-hsien, Antonioni, o los asiáticos de vanguardia como Apichatpong Weerasethakul, los códigos visuales y la creación de un mood lo son todo. Coppola ha coqueteado antes con la narrativa tradicional, pero aquí la abandona ya casi por completo y TRIUNFA.
Somewhere todavía se presenta en una de las salas Fine Arts de Novo-Centro.
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