Monday, December 28, 2009

Bright Star [Jane Campion, 2009]

Bright Star TarkovskiBright star, would I were stedfast as thou art
Not in lone splendour hung aloft the night
And watching, with eternal lids apart
Like nature's patient, sleepless Eremite
The moving waters at their priest-like task
Of pure ablution round earth's human shores
Or gazing on the new soft-fallen mask
Of snow upon the mountains and the moors--
No - yet still stedfast, still unchangeable,
Pillow'd upon my fair love's ripening breast,
To feel for ever its soft fall and swell,
Awake for ever in a sweet unrest,
Still, still to hear her tender-taken breath,
And so live ever - or else swoon to death.
Películas de la belleza de Bright Star no se encuentran a menudo.
Y no hablamos sólo de su deslumbrante belleza estética, una belleza que llega casi al trascendentalismo, sino también de la belleza de su guión, autoría de la misma Jane Campion, y estructurado en su caracter pausado y contemplativo como si se tratara de un poema del propio John Keats, su objeto de estudio secundario. Y digo secundario, porque quien interesa no es el creador, sino las cosas que lo inspiran a crear, la principal de ellas una mujer con la que vive el tipo de romance trágico del que están hechas las leyendas.
Desde las hermanas de Sweetie hasta Kate Winslet en su travesía por la India en Holy Smoke, la mujer siempre ha tenido el rol protagónico en la filmografía de una directora decididamente feminista como Jane Campion. Hay dos heroínas Campion-ianas que están particularmente conectadas con la Fanny Brawne –exquisitamente interpretada por Abbie Cornish– de Bright Star: la primera es Isabel Archer [Nicole Kidman] en The Portrait of a Lady, una mujer única en búsqueda de su lugar en un mundo nuevo para ella y en el que tiene todo en contra, y la otra es Ada McGrath [Holy Hunter] en The Piano, una mujer que como Brawn utiliza su talento natural [la música para una, la costura para la otra] como medio de expresión, y también  para marcar su territorio y poderío. Porque el amor según Campion es un sentimiento territorial, tanto de espacio como de posesión.
Estas dos, igual que todas las mujeres de Campion, comparten con Fanny Brawne otro detalle: son aventureras empoderadas en un viaje de auto-descubrimiento, mujeres que por su individualidad deben luchar contra las reglas del convencionalismo dictado por las figuras masculinas.
Aquí Campion intenta algo nuevo para ella, y es realizar un biopic que se sale del tradicional esquema de contar episódicamente los momentos más importantes de una figura histórica.  En su lugar, se concentra  en un período específico, su más prolífico, y lo enfoca desde la perspectiva de –¿quién mas?– una mujer.
El romanticismo como movimiento artístico partió de la idea de celebrar la majestuosidad  de la naturaleza, ensalzar lo bello y exponer la belleza como el balance perfecto entre lo funcional y lo agradable a los sentidos. Pero más que cualquier otra cosa, el romanticismo se trataba de demostrar la supremacía del amor por encima de todos los demás sentimientos. Jane Campion ha logrado el milagro de capturar en filme la escencia más pura del romanticismo.
Al igual que lo ha hecho Terrence Malick desde los inicios de su carrera, alcanzando su punto más alto en su obra maestra The New World, Campion se apoya en un lenguaje audiovisual basado en mostrar la conexión mutualista del hombre con la naturaleza -en este caso un artista- y la utiliza como una extensión de la persona [la naturaleza se comporta como el hombre que se nutre de ella], y como la más inagotable de las fuentes de inspiración. Keats concibió Ode to a Nightingale, uno de sus poemas más famosos, al contemplar la simpleza de un ruiseñor posado en una rama. La aparente sencillez de sus palabras está cargada de una profunda belleza, en la que celebra la perfección de una creación de la naturaleza, y a la vez se lamenta con una sonrisa de su muerte que se acerca: “Now more than ever seems it rich to die/ To cease upon the midnight with no pain/ While thou art pouring forth thy soul abroad/ In such an ecstasy.”
En sus poemas, John Keats trataba de encapsular sensaciones, no pensamientos, y entendiendo ello, Campion logra retratar la emoción indescriptible que produce el roce de una mano o una simple mirada. Porque aquí, a diferencia de otras de sus películas en la que ha demostrado de sobra que no se priva de mostrarlo todo cuando es necesario, el romance se expresa a través de caricias inocentes y miradas. Joan Keats y Fanny Brawne viven en una especie de sueño taciturno, un rêverie en que la presencia del ser amado puede sentirse hasta en el viento que mueve una cortina.
Bright Star 1
Como una poesía, Bright Star no necesita entenderse, sino dejarse encantar por ella, permitirse ser seducido por el ritmo de sus imágenes y sonidos. Campion ha creado una sonata de cuerdas y cello para la pantalla, que además de ser una demostración de las alturas que puede alcanzar el cine como medio para capturar la belleza en todas sus manifestaciones, es también una auténtica obra de arte que sirve como meditación sobre el amor y el proceso en que se obtiene y [dolorosa pero ineludiblemente] se pierde.

“A thing of beauty is a joy for ever/ Its loveliness increases; it will never pass into nothingness/ but still will keep a bower quiet for us, and a sleep/ Full of sweet dreams, and health, and quiet breathing.” – Endymion, John Keats.
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¡Felíz 2010!

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7 comments:

mge said...

El último fotograma es sencillamente perfecto. Me ha gustado mucho The Piano así que iré a verla ni bien pueda.

Guido said...

Aún si no conocieras el trabajo de Campion, te puedo asegurar que te va a encantar.

cinemadictos said...

por fin la pude ver. y es todo lo q dices y más.

orlando said...

ese era yo. jojo.

Guido said...

orlando, dame un dirección de correo donde pueda conseguirte, quiero plantearte algo a ver qué te parece.

Guido said...

ah, y he estado un poco ocupado, por eso está un poco abandonado esto, pero ya vuelvo.

orlando ohmke said...

me parece genial.
mi casilla es oohmke@gmail.com

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