Thursday, November 12, 2009

The Hurt Locker [Kathryn Bigelow, 2009]

The Hurt Locker

El caso de Kathryn Bigelow es curioso.

Primero porque es una mujer que dirige cine, de las poquísimas trabajando activamente, y segundo, porque a pesar de ser mujer, se aleja de contemporáneas suyas como Jane Campion y su cine cargado de temas feministas, y en cambio se evidencia obsesionada por la psiquis masculina, algo que desde hace mucho le ha ganado comparaciones con directores muy asociados con ese tema, como Sam Peckinpah o Sam Fuller.

Si las películas son reflejos -intencionales o no- de sus realizadores, no es de extrañar que alguien como Bigelow fuera esposa y colaboradora creativa de un hombre de sensibilidades tan afines pero dispares a las suyas como James Cameron, un director cuya obra esta repleta de personajes femeninos que llevan los pantalones y las de ganar [Aliens, Terminator y Terminator 2, y hasta Titanic].

Similar a los protagonistas de Michael Mann, otro director con el que comparte mucho en forma y fondo, los personajes de Bigelow son los mejores en lo que hacen, y por ello parecen llevar el peso del mundo en sus hombros, ya sean surfistas de día y criminales de noche [Point Break], policías futuristas [Strange Days], o, como en este caso, el mejor desmantelador de explosivos.

Saliendo de un semi-retiro forzado provocado en parte por el enorme fracaso de su fallida K-19: The Widowmaker, Bigelow regresa más madura y más segura con la mejor película de su carrera: The Hurt Locker. Luego de permanecer enlatada casi un año a pesar de su exitosa presentación en la Mostra de Venecia del año pasado, la película finalmente vio la luz este año.

Kathryn Bigelow Kathryn Bigelow

The Hurt Locker es un retrato cercano y con un enfoque muy específico sobre ciertas particularidades de la guerra y el combate, que debe mucho a otras películas de guerra como Apocalypse Now  [sin la teatralidad y la grandilocuencia, nada malo en ello] y The Thin Red Line [sin el liricismo emblemático de Terrence Malick, tampoco nada malo en ello].

Lo que separa a The Hurt Locker de entre tantas y tantas películas sobre la guerra de Iraq que han visto la luz recientemente [fallidas casi todas], es su intencional desinterés de discutir o exponer una tesis sobre las razones y políticas detrás del conflito iraquí. El enfoque aquí es seguir a tres soldados cuya misión es sobrevivir el día a día, es una historia sobre la guerra desde el mismo campo de batalla, no desde una oficina en Washington. Es una película sobre el caos, la confusión, la confianza que hay que depositar en los compañeros en armas, y más que todo, sobre la futilidad de la guerra.

Aquí el heroísmo y el coraje son retratados no como cualidades suprahumanas o como la ausencia total del miedo, sino como una resistencia especial, como un desafío al miedo en el momento en que se encara. El escuadrón elite de desmantelamiento de explosivos en que se enfoca The Hurt Locker es muy especial, estos son hombres que han elegido por convicción propia la que es quizás la profesión más peligrosa del mundo, sacrificándose cada día para salvar miles de vidas desarmando artefactos que nunca debieron existir en primer lugar.

Lo que Bigelow logra con éxito rotundo como directora y Mark Boal como guionista es explotar la que en mi opinión es la mayor cualidad del cine como forma artística – adentranos en un mundo desconocido, lograr con pericia que entendamos las reglas de este mundo, la manera en que funciona y los individuos que lo habitan, y que como audiencia nos permitamos por un par de hora ponernos en el lugar de estos personajes y nos sintamos parte de este mundo. 

Las comparaciones con directores como Fuller y Peckinpah no son gratuitas, una de las principales características de estos dos autores seminales se encuentra en toda la obra de Kathryn Bigelow desde sus inicios – los set-pieces de acción son un excelente vehículo para desarrollar y revelar los carácteres de sus personajes. A diferencia de lo que sucede con el 99% del cine de acción chatarra que sale de Hollywood cada año, Bigelow entiende perfectamente que acción y desarrollo de personajes no son dos conceptos mutuamente excluyentes.

A la sensación de “estar ahí” se suma la enorme tensión que permea toda la película, y que Bigelow sabe aprovechar y explotar al máximo, especialmente en las secuencias en las que el equipo se dirige a desactivar uno de los tantos artefactos que deben desmantelar cada día. La tensión se deriva también de la conciencia que tienen los soldados de su propia mortalidad, “Si estás en Iraq, ya estás muerto” dice el Sargento Sanborn en un momento. Todos saben que en cualquier instante pueden morir y que estar vivo es cuestión de suerte.

Si bien Bigelow se abstiene de hacerse la pregunta que se han hecho todas las película sobre Iraq hasta ahora [“¿Qué hacemos aquí?”], la película no es enteramente apolítica, y en numerosas escenas nos deja claras varias cosas: que las tropas son escasas, con una carga de trabajo mayor de la que pueden soportar, que no cuentan con los recursos suficientes, y más que todo, que están con el agua hasta el cuello de una manera que los que se encuentran en la Casa Blanca moviendo los hilos [incluyendo al ilustre ganador del Premio Nobel de la Paz] no parecen comprender.

The Hurt Locker 2

Un “locker” es un armario donde los soldados colocan sus posesiones, y la guerra tiene el poder de convertir a todos los que luchan inútilmente en ella precisamente en armarios, en entes estandarizados, iguales entre sí en apariencia y en actitud, en simples números. Dentro de cada armario hay un dolor como ningún otro: ya sea el de extrañar a la familia que se encuentra lejos, o la que nunca se tuvo el chance de comenzar, los compañeros entrañables perdidos en combate, y hasta anhelo de la simplicidad que ofrece una vida regular. La guerra se encarga de manufacturar estos armarios, tanto el diseño exterior como el bagaje emocional que se esconde dentro.

La guerra convierte a un hombre de decisión en un autómata que aunque su día a día depende de tomar las decisiones correctas, irónicamente no puede ni elegir una marca de cereal, como tampoco puede sostener una conversación con una esposa a la que ya ni conoce y un hijo al que no puede hablar de otra cosa que no sea de sus experiencias en combate. Lo convierte en un extraño en su propio hogar y su propia tierra. El combate es la única vida que conoce.

En Platoon, Oliver Stone aseguraba que la primera víctima de la guerra era la inocencia, y aquello nunca se había observado más cierto que en The Hurt Locker. ¿Qué efecto tan destructivo, tan deshumanizante puede alcanzar a tener la guerra sobre la mente de un ser humano para llegar a convertirse en adicto a ella?

The Hurt Locker es una de las mejores películas del año, y los nombres de Kathryn Bigelow y especialmente el de Jeremy Renner, cuya soberbia actuación es el eje moral y emocional de la historia que Bigelow urde alrededor de su figura, los escucharemos una y otra vez mientras la temporada de premios se acerca.

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3 comments:

Lilas Conuts said...

Hello from Nouméa
Thank you nice review

Anonymous said...

Excelente crítica.

Muy buenas tus observaciones sobre la fijación de la Bigelow con la masculinidad y sus implicaciones en la personalidad de sus personajes.

Soy adicta a este blog desde ahora.

Jimena.

Guido said...

Gracias, Jimena.

Me encanta que la película definitiva sobre la guerra de Iraq, amén de ser una de las mejores películas de guerra que se han hecho, la haya hecho una mujer.

Estoy contando los días para ver que Kathryn Bigelow sea la cuarta mujer nominada al Oscar como Mejor Directora.

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